Hoy volvemos a entrevistar a José-Modesto Diago Ortega, profesor de saxofón del Conservatorio Profesional de Música “Manuel de Falla” de Cádiz y director del valorado documental SaxRevolutions: Adolphe Sax’s life. José-Modesto es doctor en Arte y Humanidades por la Universidad de Cádiz y su tesis llevó por título “La música como elemento legitimador de las Revoluciones Burguesas del siglo XIX: estudio histórico, económico y organológico del saxofón”. Durante los últimos años ha sacado a luz varias partituras originales para saxofón (Cressonnois, Soualle, Demersseman, Thomas, Mayeur…) y publicado artículos en revistas especializadas (Revista Catalana de Musicología, The Galpin Society Journal y Journal of the American Musical Instrument Society). En la actualidad, sus esfuerzos se centran en el estudio multidisciplinar de otros aerófonos de madera y metal patentados o desarrollados en el siglo XIX, así como en su vertiente práctica con instrumentos originales. Sin embargo, la charla de hoy está motivada por la publicación de su nuevo libro sobre una saxofonista que seguro ha aparecido alguna vez en el camino y formación de todo saxofonista. La aportación se titula Elise Hall, la “dama del saxofón”, o cómo construir América con música (y dinero).
Así que hoy, SaxRules.com José-Modesto Diago.
SaxRules: ¿Cómo se te ocurrió la idea de este libro?
J.M: En primer lugar, Rafa, permíteme darte las gracias por invitarme nuevamente a tu foro y felicitarte por el impresionante trabajo de divulgación y presentación de saxofonistas que, me consta, está ayudando a muchas personas a encontrar su camino. Contestando a tu pregunta, Elise Hall fue parte del último capítulo de mi tesis y, evidentemente, su historia me cautivó. Me hubiera gustado hacer un documental sobre ella, pero no tenía los recursos para llevarlo a cabo; por lo menos no de una manera profunda como a mí me hubiera gustado. Así que me concentré en otro formato—un libro—que también tiene sus ventajas y cuya publicación he hecho coincidir con el centenario de su fallecimiento (2024).

SaxRules: ¿Por qué crees que Elise Hall ha estado a la sombra de músicos, docentes e investigadores?
J.M: Sencillamente porque era mujer y durante mucho tiempo estuvo muy mal visto que ellas—las mujeres—se emplearan en instrumentos de viento. Si a todo ello le añadimos su injerencia en el lenguaje ‘clásico’ o académico, se arriesgaba a ser todavía más desplazada o ignorada por el establishment oficial, tanto americano como francés. Según Marcel Mule (Jean-Pierre Thiollet, Sax, Mule & Co. Marcel Mule ou l’éloquence du son. Milon-La Chapelle: H & D, 2004, 34), la Rapsodie de Debussy que comisionó Elise Hall no es una obra sólida con la que se pueda defender el saxofón. Mule tampoco preguntó a Florent Schmitt, compañero suyo en claustro de profesores del Conservatorio de Paris, por el origen de la Légende, op. 66 y la implicación de Hall.
SaxRules: ¿Por qué el subtítulo del libro [“o cómo construir América con música (y dinero)”]?
J.M: Porque el aspecto económico fue la clave de todo. Sin los dólares de Elise Hall, ninguno de esos compositores hubiera escrito aquella música para ella (ni para saxofón), y tampoco se le hubieran abierto las puertas para tocar como solista en Boston o París. (Por cierto, permíteme recordar que fue ella—y no Mule, Rascher, Adolphe Sax u otro de los ‘virtuosos’ del siglo XIX—la persona que protagonizó por primera vez en la historia una obra solista original con saxofón acompañada por una orquesta sinfónica).
Por otro lado, el dinero fue otro de los ingredientes fundamentales que utilizaron numerosos burgueses americanos (los llamados wealthy patrons) de principios del siglo XX para construir patria e identidad a través (invirtiendo) en cultura; en el caso de Elise Hall, con la música.

SaxRules: ¿Cómo era Elise Hall? ¿Cuáles fueron sus aspectos más destacados?
JM: Era una mujer fuerte, presumida y creo que orgullosa. Pero lo que más subrayaría de ella es su generosidad y arrojo. Invirtió la mayoría de su fortuna en el encargo de partituras, tutelaje, refuerzos instrumentales, viajes, alquiler de salas, etc. Quizá ese gasto excesivo se le fue de las manos, porque sus hijas y uno de los yernos la desplazaron legalmente de la gestión de sus recursos económicos y la ingresaron en un psiquiátrico. Destaco también su valentía, pues tuvo que ser muy chocante para aquellas personas de principios del siglo XX y de ese ambiente social ver a una mujer tocando el saxofón, no solo en la capital de Massachusetts, sino más aún en París y exponiéndose a los autores franceses y aquel público. Asimismo, el hecho singular de que Elise Hall prestara atención a un instrumento tan ‘masculino’ y, en ciertos ámbitos, ‘militar’, debió costarle numerosas críticas no oficiales.
SaxRules: ¿Qué curiosidades o falsas creencias subrayarías?
J.M: Por ejemplo, y contrario a lo comúnmente aceptado y difundido, que Elise Hall empezó a tocar el saxofón por razones de salud y a instancias de su marido médico. Precisamente, el que estaba enfermo—muy enfermo—era él. Elise ya sabía tocar el saxofón (y el clarinete) cuando la familia se desplazó a Santa Bárbara, California. No se sabe por qué eligió el saxofón, aunque, desde luego, este instrumento la diferenciaba radicalmente entre sus iguales. Es probable que aquella afición se originase en uno de sus varios viajes a Francia durante su juventud y a partir de las bandas civiles o militares que frecuentaban los parques, kioscos o cafés; pero, como te comento, que eligiera el saxofón a instancias de su marido y para contrarrestar los achaques que le había dejado una supuesta fiebre tifoidea es inverosímil. Sí que sufrió sordera en su vejez; pero, durante los años previos, actuó frecuentemente como solista con orquestas o grupos de cámara, y también protagonizó los solos de saxofón de L’Arlésienne de Bizet con orquestas profesionales como la Sinfónica de Boston (diciembre de 1909), y para todo ello hay que estar en una buena condición física.
El papel Georges Longy—el enseñante o consejero profesional de Elise Hall cuando dejó Santa Bárbara y volvió a Boston—ha sido otra de las cuestiones más espinosas o incómodas que he atravesado. Aunque la amistad con Hall parece sincera, el dinero de la americana fue lo que realmente mantuvo aquella asociación; es más, pienso que Longy la exprimió. Me ha llamado la atención el desdén tutorial de este oboísta al no proteger a su alumna, haciéndole ver que, con el transcurrir de los años, debía dar pasos más comedidos y no exponerse tan abiertamente. A partir de 1910, Elise perdía credibilidad en cada una de sus actuaciones; las críticas se fueron tornado amargas y antiguos aliados de la prensa bostoniana empezaron a reprochar ciertos atrevimientos. También me parece grave que Longy no preservara y protegiera aquellas partituras originales (e incluso las transcripciones que Hall pagó y que están desaparecidas) en las que su alumna había invertido ingentes cantidades de dinero. Parte de mi recelo hacia él se mitigaría si hubiera dejado unas memorias—siquiera un registro, un diario, una catalogación?—con las que pudiéramos entender mejor su intermediación con los compositores a los que encargaban las obras.
SaxRules: Precisamente, en el capítulo 3 de tu libro tratas de reconstruir el proceso de elaboración, edición y estreno de la Rapsodie para saxofón alto y orquesta que Debussy escribió a instancias de Hall.
J.M: A mi juicio, la Rapsodie de Debussy fue el primer gran acierto de la historia de la literatura del saxofón, lo cual demuestra que era posible crear una pieza de calidad—incluso sin requerimientos técnicos complejos—si se contaba con la genialidad (y/o la lucidez) de alguien que pudiera llevarla a cabo. Sin embargo, el alumbramiento de esa partitura no fue nada sencillo no solo por los recelos de los que iban a ser sus editores y dueños (Auguste Durand e hijo)—Debussy también cobró por ello, por cierto—, sino porque el compositor dio muestras de una insultante falta de educación, seriedad profesional y respeto. Siguiendo el epistolario de Debussy—que se conserva relativamente completo—, expongo sus extraños prejuicios y ardides para entender la compleja y dilatada gestación que casi relegó la obra al olvido.

SaxRules: ¿Qué pretendes conseguir con el libro?
J.M: En primer lugar, dar visibilidad a esta mujer tan valiente y generosa; y segundo, abrir la mente y hacer despertar a los saxofonistas de nuestro tiempo. Creo que ‘amar’ el saxofón es mucho más que echar aire por un tubo de latón; es asimismo leer, formarse crítica e integralmente, y ofrecer líneas de conocimiento y mercados nuevos. Creo que los saxofonistas ya estamos en la edad adulta y gozamos de cierta madurez, y es hora de dar varias vueltas a todo lo que nos han contado sobre la historia del saxofón y sus personajes para conocer lo más fidedignamente que podamos el pasado, entender el presente y, sobre todo, asegurarnos un mejor futuro. Sigue habiendo mucho entusiasmo por el saxofón hoy en día—todavía tenemos las bandas y estamos bajo el paraguas de instituciones públicas—, pero creo que hay que abrir nuevas vías de contenidos, ampliar horizontes y descubrir cómo crear valor (diversificar). Según avanza la industria de la música y la tecnología, numerosos saxofonistas se van a quedar en la cuneta o tendrán que recurrir otra activad profesional y habrá mucha frustración; ojalá me equivoque.
SaxRules: En tu libro comentas que la exploración de Elise Hall no está cerrada ¿Qué aspectos quedan?
J.M: Primeramente, su música; hay que desenterrarla (la que queda) y promoverla, y no es sencillo. También hay que admitir que algunas de esas piezas no son muy convincentes—delatan la apatía de los compositores al abordarlas—y varias pecan de cierta ‘simpleza’ (D’Indy o Loeffler), si bien quizá también haya que tener en cuenta que fueron escritas (presumiblemente) para que una amateur las interpretase. Pero, otras, como las de Schmitt y, especialmente Debussy, fueron y son baluartes de repertorio ‘clásico’ del instrumento. Esta música también tiene el hándicap de que su reducción con piano (quizá la Légende, op. 66 sea algo menos sensible) pierde parte de la sustancia original. No obstante, creo que lo que—al menos en esta época—hay que hacer es conectar esa música (tocarla) y unirla con el contexto y su historia: reinterpretar la música tocaba Elise Hall en Santa Bárbara, recrear el primer concierto del Boston Orchestral Club (u otro significativo en los que se estrenó una obra significativa), repetir el programa de 1904 en París con la Société Nationale en el que intervino Elise Hall…
SaxRules: ¿Dónde se puede adquirir el libro?
J.M: En la página web www.elisehall.com o a través de Amazon donde está disponible una versión lite.
SaxRules: ¿Cuáles son tus próximos proyectos profesionales?
J.M: Estoy ultimando con la editorial Oxford University Press la preparación de un libro muy ambicioso sobre el negocio de los metales en el siglo XIX y que llevará por título The Battle for Control of the Brass and Instruments Business in the French Industrial Revolution. En realidad, se trata de la mayor batalla legal y cultural de aquella época en la que interconecto las diferentes capas de una realidad que solo se comprende aplicando un enfoque trasversal y multidisciplinar. Está previsto que salga a la venta a mediados de octubre de 2024. Por supuesto, uno de los protagonistas es Adolphe Sax y el saxofón también tendrá su espacio.
Este último libro lo puedes conseguir aquí
SaxRules: Muchas gracias y muchísima suerte José-Modesto.
