SAXRULES.COM ENRIQUE PRIETO

Hoy vamos a entrevistar a un saxofonista de Gijón que es profesor de saxofón del Conservatorio Profesional de su ciudad natal. Un músico que ha pertenecido/pertenece a importantes agrupaciones camerísticas como Sax Antiqua y el cuarteto Möebius. Forjado en sus inicios en la banda de música y que perfeccionó sus estudios de la mano de dos grandes referentes de nuestro instrumento como son: Philippe Braquart y Antonio Felipe Belijar.

Hoy, SaxRules.com Enrique Prieto:

SaxRules: ¿Cómo apareció el saxofón en tu vida?

Enrique: Pues lo cierto es que de una manera muy casual. El profesor de música de mi colegio solía hacer pruebas de audición a los alumnos para ver nuestras “capacidades musicales” y le comentó a mi madre, también maestra en el mismo centro, que me apuntara al conservatorio que tenía buen oído. La verdad es que la labor de este profesor fue encomiable, ya que de aquella época varios exalumnos somos hoy profesores de conservatorio y una compañera pertenece al Coro de la Comunidad de Madrid.

Mis padres me preguntaron si quería ir a clases de música y les dije que sí. En aquella época yo decía que sí a todo y ellos encantados con que hiciera actividades y no estuviera todo el día delante de la tele. Así, después de cursar un año del antiguo curso preparatorio, me tocó elegir instrumento y desde el primer momento me decidí por el saxofón, para asombro de mis padres ya que no creo que hubiera visto nunca uno antes. Aún a veces trato de recordar ese momento y no sé muy bien qué me llevó a escogerlo, pero una vez conocidos todos me reafirmo en mi decisión.

SaxRules: Háblanos de tu formación musical inicial (Hasta las enseñanzas profesionales).

Enrique: Mis primeros años con el saxofón transcurrieron entre las clases del conservatorio de Gijón y la Banda de música, donde entré desde el principio como educando.

En el conservatorio, como pasa en demasiados casos, tuve un carrusel de profesores durante los primeros años. No obstante, aunque este cambio continuo puede causar bastantes trastornos, en mi caso no fue así, llevándome grandes aprendizajes de todos ellos. Comencé con José Enrique Plaza, quien sentó las bases de lo que era el conservatorio, con un estudio exigente y perfeccionista. Esta labor fue continuada al año siguiente por Miguel Ángel Pacheco. El tercer año, contaba ya con el mismo número de profesores con la llegada de Cristina Llopis, con quien estaría el resto de cursos salvo 5º del antiguo grado medio. Con ella las clases siempre fueron muy amenas y divertidas, en una época en la que es fácil despistarse y desmotivarse. Por otro lado, siempre recibí por su parte una gran confianza y libertad para seguir mi camino, una cualidad que muchas veces escasea entre los profesores de instrumento. Finalmente, aparece como una isla en mi penúltimo curso la figura de Mariano García quien, aún en sus inicios como docente, supo transmitirnos la pasión por el instrumento produciendo el cambio necesario para que decidiera dedicarme profesionalmente a la música, algo que ni se me había pasado por la cabeza con anterioridad.

El segundo gran pilar de mi educación inicial fue sin duda la banda. Cualquiera que haya pasado por una banda siendo niño sabe de su importancia y su huella.

Allí adquirí el asombro y el gusto por hacer música, las ganas de mejorar, pero también soltura en la lectura, el conocimiento de otros instrumentos, la profesión de músico y mucha experiencia. Ante todo, la banda suponía un extra de motivación para dar sentido a todo el estudio individual, llevando a la práctica el trabajo realizado en el conservatorio, dando así una razón de ser al instrumento a través del concierto de cada domingo.

Sin embargo, para que una silla se sostenga necesita tener al menos 3 patas y en mi caso esa tercera fue mi madre. Todo empezó en la primera reunión de presentación con el profesor de instrumento, quien le dijo que tenía que tocar el saxofón media hora todos los días. Y como en mi casa la palabra de un profesor “va a misa”, ella se ponía cronómetro en mano contabilizando cada segundo de aquellos primeros pitidos que hacía cada tarde en casa. Recuerdo esas medias horas como las más largas de mi vida y es que tengo sospechas fundadas para creer que aquel cronómetro no se paraba solamente cuando descansaba entre canción y canción… A pesar de las quejas constantes por mi parte, considero que ese esfuerzo durante los primeros años es el que me permitió adquirir las capacidades suficientes para poder decidir dedicarme al saxofón, así que en el fondo se lo tengo que agradecer.


SaxRules: Haz balance de tu paso por el Real Conservatorio Superior de Madrid.

Enrique: Decidí irme a estudiar a Madrid ya que en aquel momento me parecía quizá el sitio más importante donde podía estudiar saxofón. Además, tenía la posibilidad de ir a vivir con mi tía, lo que me hacía la transición más fácil. Fueron unas pruebas complicadas, muy concurridas y con mucho nivel, pero finalmente pude conseguir una de las plazas.

Desde el punto de vista académico la verdad es que era una delicia acudir a clase con la mayoría de profesores del conservatorio. Grandes figuras de la música y la pedagogía como Encarnación López de Arenosa, Enrique Igoa, Miguel Moreno, Sebastián Mariné o Luis Ángel de Benito, por solo citar a algunos. Ojalá pudiera volver ahora a recibir esas clases, seguro que las aprovecharía aún más.

En saxofón comencé con Francisco Martínez y finalicé mis estudios con Joaquín Franco, del que guardo un grato recuerdo, pero considero que el peso de mi formación en aquella época se lo debo a Antonio Felipe Belijar, con quien compartí muchas horas de clase fuera del conservatorio y muchas más aún de conversación.

Vivir en Madrid suponía que tuviésemos a mano la posibilidad de escuchar a 3 orquestas sinfónicas profesionales, así como una oferta cultural y musical extraordinaria. Además, la ubicación y características del centro propiciaban que los conciertos anuales que se llevaban a cabo con el Grupo de saxofones y con la Banda Sinfónica del conservatorio se celebrasen en el Auditorio Nacional, convirtiendo en habitual algo que hoy me parece extraordinario.

Sin embargo, lo que más valoro hoy en día son las relaciones personales que allí se establecieron. Quizá por ser la primera generación de la LOGSE que empezaba las enseñanzas superiores se creó un ambiente muy especial entre nosotros. Hay que destacar el cambio que suponía este sistema con el anterior Plan 66 en cuanto a programa de estudios. Entre las horas de clase y las de las cabinas de estudio, podríamos decir que fuimos los primeros alumnos que empezamos a vivir en el conservatorio, lo que conlleva muchas horas de convivencia a todos los niveles. También supuso que la mayoría de nosotros nos hubiéramos mudado a Madrid y fuéramos casi vecinos en la zona que rodeaba Atocha. Nos juntamos en aquella época un maravilloso grupo de saxofonistas: Pablo de Coupaud, quien ya era mi compañero en Gijón y lo seguiría siendo después en Montpellier, Sergio Díaz-Ropero, Daniel Durán, David Rubio, Israel Bajo, Mauricio Gómez, Victor Mansilla, Miguel Ángel Lorente, David y Alex Pons, David Sánchez… Pero también grandes músicos de otras especialidades con los que pude aprender mucho y disfrutar aún más, y que hicieron de aquella una época muy bonita que recuerdo con mucho cariño y muchas veces con nostalgia.

SaxRules: Tras tu etapa en Madrid estudiaste con Philippe Braquart en el CNR de Montpellier (Francia). Cómo surgió la idea y háblanos de tu experiencia allí.

Enrique: Una vez que llegué a Madrid se abrió ante mí un mundo nuevo en cuanto al saxofón. Empecé a conocer a los grandes saxofonistas del momento y acudí a todos los cursos de verano y masterclass que pude. Había tenido la oportunidad de ver a Claude Delangle y Vincent David en el primer curso de la Universidad Europea del Saxofón en El Escorial (así como a infinidad de compañeros repartidos hoy en día por toda la geografía española), pero a través de las master que organizaba FuturSax en Móstoles pude ir conociendo a la mayoría de ellos y pronto decidí que al terminar en Madrid quería irme a Francia. Barajé muchas posibilidades y me decanté por Philippe ya que consideraba que sus características eran las que mejor casaban conmigo. Pude dar dos clases con él, en Móstoles y en Utrera y constaté lo que tantas veces había oído. Un saxofonista impresionante que incidía mucho en los aspectos técnicos.

Así decidí irme a Montpellier, donde encontré rápidamente la ayuda de Pablo Jiménez, ya que me marché para allí sin hablar ni una palabra de francés. Después de unos inicios complicados en la aclimatación, principalmente por las dificultades para encontrar piso y los evidentes problemas lingüísticos, pude disfrutar de una experiencia estupenda, con mucho tiempo para estudiar y clases semanales con un grandísimo profesor. Era alucinante escucharle tocar cada semana y verle dar clase a alumnos de todos los cursos, lo que me sirvió muchísimo para mi futuro como profesor.

Todo el primer año había recibido clases interesantísimas pero sin realizar ninguna modificación en mi técnica. Durante ese tiempo, Philippe había estado analizando mi forma de tocar, con mis puntos fuertes y mis debilidades, mi personalidad y mis intereses. Sin embargo, no fue hasta el segundo año cuando comprendí realmente la calidad y capacidad de Philippe como profesor. Al inicio de ese segundo curso fue cuando tuvieron lugar los mayores y más rápidos cambios técnicos de mi trayectoria como alumno de saxofón.

Enrique con Philippe.

Philippe es un rara avis dentro del mundo del saxofón. Cualquiera que haya tenido relación con él conoce sus virtudes musicales, su sonidazo, el dominio de cualquier saxofón y su sinceridad en el aula, siempre con buenas maneras y de forma empática. Sin embargo, siendo consciente de su calidad, es una persona totalmente humilde con cero interés por destacar mediáticamente o por desarrollar una carrera como solista. Recuerdo que le preguntamos una vez por qué no grababa un disco, que era una lástima que no tuviese ninguno. Philippe nos respondió que él era un músico de cámara y que grababa con su cuarteto, el mítico Diastema.

El conservatorio era un centro pequeño y no con una gran infraestructura, pero en aquella clase de saxofón pude coincidir con grandes colegas como Martin Trillaud, Anthony Malkoun-Henrion o Alexandre Souillart. También con los españoles Pablo Jiménez y mis compañeros en el Cuarteto Möebius, Pablo de Coupaud y Clemente Vicedo.

SaxRules: En la actualidad eres profesor del CPM de Gijón. Haz balance de tu trabajo en este centro.

Enrique: Dedicarse a la docencia en el mundo del saxofón clásico es algo casi obligatorio. Sin embargo, en mi caso supone una elección bastante natural ya que en mi entorno familiar somos más los profesores que del resto de profesiones. Aún así, el hecho de trabajar por primera vez en el aula donde tú empezaste como alumno es una sensación muy especial. Se mezclaban ese primer día muchas emociones diferentes, alternando entre lo nuevo y lo ya conocido. Por un lado, tenía que descubrir lo que significaban todas aquellas siglas extrañas (PGA, CCP, DOC, RRI…) pero por otro, podía preguntar con confianza a la mayoría del profesorado (y, casi más importante, a las bedeles) ya que muchos de ellos habían sido mis propios profesores tan solo 6 años antes.

En estos 13 años que llevo trabajando en el Conservatorio de Gijón he evolucionado muchísimo como profesor. La realidad me hizo ver muy pronto que por muy preparado que yo me creyera y por muchas ganas que tuviera de hacer que todos mis alumnos y alumnas tuvieran un gran nivel, eran muchas las circunstancias que influían en el crecimiento de los estudiantes, más aún tratándose de niños. Hoy en día soy capaz de identificar mucho más rápido los problemas que puedan tener y cómo trabajarlos y tengo más claro mis prioridades como profesor, dónde debo prestar más atención y qué otras cuestiones se van a solucionar poco a poco con el paso del tiempo casi por sí solas. La experiencia me ha hecho mucho más eficiente en clase y, a nivel personal, me ha posibilitado comprender mejor el funcionamiento del instrumento.

En mi opinión, la labor más importante de un profesor es la de motivar y despertar el interés en el alumnado. Si lo conseguimos, el alumno/a será activo, estará interesado en el instrumento, trabajará con ganas y con constancia, tendrá curiosidad, y eso ya es una garantía de éxito con independencia del profesor. Nuestra influencia a través del trabajo técnico y musical es evidente, pero creo que en ocasiones nos concedemos demasiado protagonismo. Nos decía Philippe Braquart en clase que el estudio del instrumento es como un camino amplio y que su labor consistía en estar pendiente de que no nos saliéramos de él, sino que siguiéramos avanzando, pero que nosotros debíamos elegir por qué lado ir, aunque fuera haciendo eses. Esa motivación nos tiene que llegar también de forma individual, manteniéndonos activos en la búsqueda de una evolución personal constante, reflexionando y modificando nuestra metodología siempre que sea necesario, evitando caer en la rutina.

Durante el tiempo que los alumnos están conmigo, intento crear un buen ambiente en el aula, que les guste la música y el saxofón y procurar que alcancen control sobre el instrumento aprendiendo a ser detallistas, pero siempre pensando en hacer música. Me gustaría haber tenido más alumnos que se dedicaran profesionalmente a la música, pero estoy contento con el nivel con el que han llegado los que lo han pretendido y, sobre todo, sabiendo que nadie ha dejado el conservatorio harto del instrumento y de la música, sino todo lo contrario.

SaxRules: Además de tu faceta docente tienes bastante experiencia como músico, habiendo colaborado con diversas orquestas, formando parte de la Banda de Música de Gijón, como miembro del Cuarteto Euterpe, del Cuarteto Möebius y del mítico Sax Antiqua. Qué agrupaciones te han marcado o definido más como músico.

Enrique: Obviamente, todo lo que vamos viviendo deja huella en nosotros y nos cambia en mayor o menor medida. La Banda de Gijón fue una parte esencial en mis inicios y nada habría sido posible sin todo lo que allí aprendí.

El cuarteto es mi formación de cámara favorita (esto lo comparto con Philippe Braquart). Es lo suficientemente reducida como para poder hacer un trabajo versátil, efectivo y detallista, y posee un repertorio y unas posibilidades fantásticas. Por otro lado, la puesta en común de ideas entre cuatro compañeros resulta muy fácil y enriquecedora. Con el Cuarteto Euterpe empecé a conocerlo y gracias a él tuve la oportunidad de realizar los primeros grandes viajes con el saxofón. La estancia de una semana que hicimos en Colonia es el mejor ejemplo de ello. Más tarde, con Möebius, he profundizado mucho más a nivel musical y me ha hecho crecer enormemente como músico y como saxofonista.

Sax Antiqua es una agrupación muy especial, formada por un grupo grande de amigos que, como nosotros, ha ido creciendo y madurando con el tiempo. Además, ofrece un repertorio muy singular, que pocas veces se tiene opción a interpretar de forma habitual.

SaxRules: Tu momento musical más dulce.

Enrique: Tengo grabados en el recuerdo muchísimos momentos especiales, el primer concierto con la banda, la primera vez que toqué allí de solista, conciertos con agrupaciones de amigos (que los hacen doblemente especiales), todas las colaboraciones con orquesta… pero si he de elegir, tengo que quedarme con dos en particular.

El primero es un concierto como solista, en mayo de 2005, con el ensemble de música contemporánea del RCSMM, dirigido por Sebastián Mariné, en el que interpreté la versión de la Sonate de E. Denisov para saxofón alto y conjunto instrumental, rodeado de grandísimos profesionales y amigos, tanto encima como fuera del escenario.

El segundo momento es anterior en el tiempo, en agosto de 2000, durante un pequeño ensayo de ensemble dentro del curso de saxofón de Almagro, donde estábamos tocando Nimrod, de las Variaciones Enigma de E. Elgar, dirigidos por José de Eusebio. La pasión que transmitía, junto con la belleza de la música en la que estaba envuelto, hicieron que me diera cuenta de lo que quería ser y en ese instante fue cuando decidí dedicarme profesionalmente a la música.

SaxRules: Nombra a las 5 personas que más te han influido a nivel musical/personal

Enrique:

Mariano García: Su llegada al Conservatorio de Gijón, en el curso 1999/2000, supuso un cambio de actitud y motivación principalmente, pero también un gran trabajo a nivel saxofonístico y musical, que me hicieron plantearme por primera vez dedicarme a la música. Él nos amplió la mirada fuera de nuestro conservatorio y nos dio el empujón que nos hacía falta.

Antonio Felipe: Ha sido una gran influencia para mí a todos los niveles. Con él viví un gran crecimiento musical e instrumental, descubriendo el mundo interpretativo a nivel profesional.

Philippe Braquart: Con una actitud tranquila, sin imponer, encauzó a un joven recién salido del superior que no tenía muy claro hacia dónde tirar, dándome libertad y autonomía para el futuro. El trabajo que hicimos en Montpellier supuso para mí un gran cambio a nivel técnico y sus herramientas pedagógicas las sigo utilizando hoy en día conmigo y con mis alumnos.

Vincent David: Para mí nadie tiene un dominio del saxofón como él. En estos años he podido recibir un montón de clases de él y le he visto en multitud de ocasiones, pero nunca deja de sorprenderme. El hecho solo de escucharle y analizarle me ha ayudado a buscar caminos y mejorar con el instrumento. 

Mi familia: Empezando por Celia, mi madre, que puso todo de su parte para que yo pudiera hacer lo que quería, aunque eso supusiera irme de casa tan pronto. Mi mujer, Rocío, que me pone los pies en la tierra y sacrifica su tiempo para que pueda dedicarme a la música. Y mis hijos, Nora y Mario, que me han recordado lo que es ser niño y me hacen querer mejorar cada día.

SaxRules: Set-up

Enrique:

  • Soprano: Selmer Serie III de plata maciza con tudel de oro. Boquilla Selmer Concept, abrazadera Ishimori Kodama II y cañas Vandoren del nº 4 tradicional.
  • Alto: Selmer Serie III chapado en oro, boquilla Selmer Concept, abrazadera BG Tradition y cañas Vandoren del nº 3 ½ tradicional.
  • Tenor: Couesnon de 1940, boquilla Selmer SD 20 y cañas Vandoren del nº 3 ½ tradicional.
  • Barítono: Boquilla Selmer S90-170 y cañas Vandoren del nº 3 ½ tradicional.

SaxRules: Próximamente vas a publicar en Adolphe Sax Editions una serie de adaptaciones y arreglos de música antigua. Háblanos de esta otra faceta tuya y del catálogo de piezas que tienes.

Enrique: Siempre he estado muy interesado en las transcripciones, primeramente, porque me parece fundamental conocer e interpretar a los grandes compositores de la historia. La música, como todas las artes, no surge de forma espontánea, sino que es consecuencia de lo que se ha hecho antes y del pensamiento de cada época, por lo que su conocimiento me parece imprescindible para poder contextualizar y referenciar también el repertorio original de saxofón. Por otro lado reconozco que, además del interés musical, son repertorios que me encantan a nivel estético, especialmente el barroco y el romanticismo.

Comencé a hacer arreglos incluso antes de la creación del grupo Sax Antiqua y es una actividad que he seguido realizando para cualquier formación de saxofones, tanto para mis clases en el conservatorio como para interpretarlas yo a solo o en mis agrupaciones. Me encanta descubrir música que hasta ese momento desconocía y siempre estoy abierto a transcribir cualquier cosa que me guste y crea que puede funcionar.

La idea de publicar mis arreglos surge para mí a raíz de mi Trabajo Fin de Master. A pesar de que en el mundo del saxofón se interpretan muchísimas transcripciones, especialmente del periodo barroco, siempre he tenido la impresión de que nuestro acercamiento a este repertorio es un poco superficial. En muchas ocasiones, abordamos el estudio de la partitura como si se tratase de un repertorio actual, nos guiamos mucho por la intuición musical de cada uno y le añadimos algunas reglas de interpretación de la época que tomamos casi como absolutas. Por ello, decidí realizar un estudio sobre la interpretación históricamente informada y cómo adaptarla al saxofón, centrando mi investigación en la Partita BWV 1013 de J. S. Bach, una de las transcripciones más utilizadas en el saxofón.

Una vez terminado el trabajo, me planteé su publicación, ya que considero que puede animar a que sigamos profundizando en nuestros planteamientos ante una interpretación, especialmente de música antigua. Fue así como acabé hablando de este tema con Daniel Durán, mi amigo de hace ya 20 años, y me comentó su idea de sacar una editorial dedicada al mundo del saxofón. Él siempre está buscando proyectos para desarrollar nuestro instrumento a través de adolphesax.com y me propuso publicar los arreglos que había ido preparando con el tiempo. Después de un montón de consultas y gestiones por su parte, puedo decir este verano saldrá ya a la luz AdolpheSax Editions y con ella buena parte de mis transcripciones, las cuales van desde el barroco hasta el siglo XX, para formaciones como el ensemble de saxofones (también obras con solistas y con coro), hasta llegar al saxofón solo, dejando para el futuro otro grupo muy interesante de arreglos de música actual como material para el trabajo en el conservatorio.

Nota: Una de las transcripciones que van a salir editadas, la Arpeggiata de C. F. Abel

SaxRules: No puedo terminar la entrevista sin preguntarte por tu experiencia al obtener el segundo premio en el XII Concurso Internacional de Música de Benidorm. ¿Cómo lo preparaste y cómo lo viviste?

Enrique: Tanto el curso como el concurso de Benidorm siempre han sido una referencia en España, especialmente cuando yo empezaba a estudiar superior. Era un punto de encuentro entre saxofonistas de todo el país. Por ello, me propuse el objetivo de intentar ganarlo. Sin embargo, yo soy una persona muy poco competitiva y los concursos nunca han sido mi punto fuerte. Nunca era capaz de dar mi mejor versión y, además, casi siempre me ocurría algo, como en la edición anterior al 2010 en la que rompí la caña tocando Rite Rythme de S. Rohloff. Así que tuve que presentarme tres veces hasta que conseguí pasar a la final. Allí me encontré con un jovencísimo Antonio García Jorge, quien ya demostraba una calidad y control impresionante del instrumento, y con Simon Diricq, quien sería 6 meses después también ganador del 5º Concurso de Dinant.

La preparación al concurso fue complicada, en primer lugar, porque no disponía de todo el tiempo que hubiese deseado para estudiar y, por otro lado, por tener que preparar la obra contemporánea, Legend II de Doina Rotaru, sin ningún tipo de referencia y sin contar con la guía y ayuda de un profesor. Era una de las primeras veces que me encontraba ante un reto de este tipo y la búsqueda de la idea musical y la toma de decisiones me llevaron a momentos de incertidumbre e hicieron que el proceso fuera bastante lento. No obstante, fue un buen aprendizaje de cara al futuro.

Una vez en Benidorm, las sensaciones durante todo el curso/concurso fueron muy buenas, especialmente por el ambiente tan positivo que se creó entre todos los participantes. Creo que esa atmósfera de compañerismo me favoreció enormemente, quitándome presión de cara a la competición. La verdad es que me encontré bastante cómodo tocando durante toda la semana, pero especialmente en el ensayo general de la final, con la Ballade de F. Martin. Al terminar el concurso me quedé un poco decepcionado al no haber sido capaz de trasladar esa interpretación al momento final pero hoy en día lo valoro de una forma mucho más positiva, especialmente si tengo en cuenta la calidad del resto de concursantes.

Para terminar, querría darte las gracias Rafa por el trabajo que llevas realizando durante todos estos años a través de SaxRules, posibilitando que nos conozcamos un poco mejor dentro de este pequeño mundo del saxofón y, sobre todo, felicitarte por tu próxima paternidad, algo mucho más importante aún. ¡Un abrazo!

SaxRules: Muchísimas gracias Enrique!!

Tienes más información sobre Enrique en su perfil de Facebook y su cuenta de instagram.

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